Se le ha llamado no solamente “un descubrimiento de gran importancia” (“El Eslabón”, 2009), sino el “descubrimiento científico más importante de los últimos tiempos” (Leonard, 2009, énfasis añadido). Algunos científicos declararon que “esto finalmente confirmará irrefutablemente la teoría de la evolución de Don Charles Darwin” (Leonard, 2009, énfasis añadido). El Dr. Jens Lorenz Franzen del Instituto de Investigación Senckenberg en Alemania, hizo referencia a este descubrimiento como “la octava maravilla del mundo” (citado en Scally, 2009), y confiadamente declaró: “Cuando se publique nuestros resultados, serán como un asteroide que golpea la Tierra” (“El Eslabón”). Aparentemente, al buscador en línea Google, le gustó tanto el descubrimiento que el 20 de mayo incorporó una ilustración del animal en su logo. ¿Por qué tanto alboroto? Respuesta: desde luego, por “nuestro primer antepasado” (“El Eslabón”)—al menos, eso es lo que algunos evolucionistas y sus amigos en los medios noticieros están diciendo al mundo.
A este fósil de 23 pulgadas parecido al lemúrido se le ha llamado Ida. Se le encontró en una cantera cerca de Frankfurt, Alemania. Se reporta que es el “primate fósil más completo que se haya descubierto” (“¿Dio Origen…?”, 2009). Esto, por sí mismo, es digno de mención. Y si eso fuera todo lo que se estuviera reportando en cuanto al fósil, no habría controversia. Sin embargo, desafortunadamente algunos evolucionistas han colocado al fósil en el pedestal darviniano.
¿Qué se puede decir de la jactancia en cuanto a Ida? Primero, no se ha presentado prueba concreta (ni se puede presentar lógicamente) para datar el fósil en “47 millones de años de edad”. [Todas las dataciones evolucionistas se basan en el razonamiento circular y/o suposiciones parciales (vea “El Horario…”, 2003; DeYoung, 2005; Woodmorappe, 1999)]. Segundo, la “prueba” que indica que el animal es un antepasado antiguo de los humanos no es nada más que la suposición de los evolucionistas en cuanto al fósil. Obviamente, ya que los evolucionistas creen que todos los seres humanos evolucionaron de los peces, anfibios y mamíferos durante millones de años, cualquier hallazgo fósil pudiera servir como “evidencia” para la evolución, pero realmente, los fósiles simplemente son restos de animales que una vez vivieron—nada más y nada menos.
En realidad, las leyes científicas, como la Ley de la Biogénesis, impiden la posibilidad de la evolución darviniana. La molécula del ADN y la complejidad inconcebible de la información que contiene desafía el origen naturalista. Adicionalmente, la evolución de la conciencia humana de químicos inorgánicos nunca ha sido una respuesta adecuada de parte del darvinismo. Lo cierto es que los evolucionistas no pueden probar que los humanos (o cualquier otro organismo) evolucionaron de formas inferiores de vida, mucho menos pueden probar que Ida sea nuestro antepasado. [NOTA: Para una refutación extensa de la evolución humana, vea Harrub y Thompson, 2003).
Tercero, y tal vez lo más revelador, muchos en la misma comunidad evolucionista han “cuestionado las conclusiones de Hurum y sus colegas en cuanto a la relación cercana que este fósil tenga a los antepasados de los monos o humanos” (Ritter, 2009). John Fleagle, profesor distinguido en la Universidad Estatal en Nueva York, hizo referencia al análisis de los científicos en cuanto a Ida como “un eslabón muy débil entre la criatura nueva y los primates superiores” (citado en Ritter). Fleagle dijo, “Francamente…[n]o nos dice casi nada en cuanto a los orígenes antropoides” (citado en Ritter). En un artículo que apareció en la revista New Scientist, titulado “La Razón por la cual el Fósil Ida No Es el Eslabón Perdido” (énfasis añadido), Chris Beard, conservador de paleontología de vertebrados en el Museo de Historia Natural Carnegie, escribió:
Para establecer esa conexión [entre Ida y los antropoides—EL/KB], Ida debería tener características parecidas a las de los antropoides que evolucionaron después de haberse separado de los lemúridos y primates antiguos. Aquí, Ida fracasa lamentablemente. Por ende, Ida no es un “eslabón perdido”—al menos no entre antropoides y primates más primitivos. El estudio adicional pudiera revelar que es un eslabón perdido entre otra especie de adapiformes eocénicos, pero esto de ninguna manera fundamenta su estatus como la “octava maravilla del mundo” (2009, énfasis añadido).
Beard añadió: “Realmente no pienso que sea muy cercano a la línea ancestral común de los monos, simios y seres humanos…Pudiera decir que es lo más lejano a esa línea, pero que todavía es un primate” (citado en Ritter). También declaró que en vez de ser una “tía” primate, esta criatura es algo como un familiar muy lejano (vea Ritter). En su artículo que favorece la idea que Ida sea un eslabón evolutivo, Tom Leonard admitió: “Ella no es un antepasado directo de los humanos y los monos, pero provee una indicación buena de la manera en que tal criatura puede haber lucido” (2009, énfasis añadido). Chris Beard concluyó su artículo, diciendo, “En cambio, Ida es un espécimen remarcablemente completo que promete enseñarnos mucho en cuanto a la biología de algunos de los primates más antiguos y menos parecidos a los humanos, los adapiformes eocénicos” (2009, énfasis añadido).
Por tanto, si Ida no es un eslabón evolutivo en absoluto, ¿qué es? Philip Gingerich, presidente electo de la Sociedad Paleontológica en los Estados Unidos, describió a la criatura como “un adápido joven” Naik, 2009). ¿Qué son los adápidos? El sitio Web de la Universidad Princeton define el término como: “primates inferiores extintos, pequeños y mayormente diurnos que se alimentaban de hojas y frutos; prosperaron en Norteamérica y Europa 30 a 50 millones de años atrás” (“Adápidos”, s.d.). Note que los adápidos son simplemente “primates inferiores”. Básicamente, Ida luce como un lemúrido que no tiene peine dental o garra de aseo (Naik, 2009). Algunos han sugerido que la criatura no tenía un “hocico húmedo”, pero se reporta que el Dr. Gingerich dijo, “No podemos saber si tenía un hocico húmedo o no” (citado en Naik , 2009).
Hace mucho tiempo los creacionistas han afirmado que se puede dividir todos los supuestos eslabones de la evolución humana en dos grupos fácilmente identificables—humanos y no-humanos. Ida no es nada más que un primate joven, que es “menos parecido a los humanos que todos los primates conocidos”. En realidad, una de las maneras más eficaces de evaluar este hallazgo es simplemente mirar una de sus fotos. Fácilmente se le puede identificar como un primate del tamaño de un gato, idéntico a un lemúrido. Nadie que no haya sido adoctrinado con la enseñanza darviniana conectaría la criatura a algo remotamente humano. Nos estremecemos al pensar en lo que las generaciones futuras que ya no crean en las suposiciones darvinianas falsas dirán cuando recuerden esta propaganda anticientífica a la cual muchos han dado la bienvenida. “Ida” ciertamente no dio origen a los humanos, pero realmente le “hace monerías” a los medios de comunicación.
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